01 septiembre 2013

REFLEXIÓN...

APRENDER A SITUARSE...

Hay personas cuya torpeza en sus relaciones humanas proviene, simplemente, de haber recibido una escasa educación en todo lo referente a las normas de comportamiento social. Cuando advierten esas carencias, puede invadirles un considerable miedo a no saber manejarse con soltura o a cometer errores que les parecen extraordinariamente ridículos.

    —¿Y no será que esas personas son por naturaleza más torpes para aprender las normas de buena convivencia, aunque se las hayan enseñado?
    Muchas veces serán las dos cosas, y se potenciarán la una a la otra. La falta innata de habilidades sociales suele generar una cierta ansiedad en quien la padece, al advertir su propia torpeza, y eso dificulta su capacidad de aprender. En cualquier caso, la única solución asequible es esforzarse por cultivar cuestiones básicas para la buena convivencia diaria.
SE ACONSEJA:
· iniciar o mantener con soltura una conversación circunstancial, para no ser de esos que a las dos palabras tienen que despedirse con cualquier pretexto, porque apenas tienen conversación y no saben qué más decir.
· mostrar interés por lo que nos dicen, y hablar sin apartar la mirada;
· saber decir que no, o dar por terminada una conversación o una llamada telefónica que se alarga demasiado;
· darse cuenta de que el interlocutor lleva tiempo emitiendo discretas señales de su deseo de cambiar de tema, o de terminar la conversación o la visita;
· no invadir el espacio personal de los demás (no acercarse físicamente demasiado al hablar; no entrar en temas o lugares que requieren andarse con mucha más prudencia y respeto; evitar preguntas molestas o inoportunas; etc.);
· no emplear tono paternalista, o de reconvención inoportuna, de hostilidad o de superioridad (todos ellos despiertan incomodidad o actitud de defensa en el interlocutor);
· pedir perdón cuando sea necesario, dar las gracias, pedir las cosas por favor, etc. (es más importante de lo que parece)...



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